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Michele de Montaigne dijo: "Prohibir algo es despertar el deseo" y pienso que de alguna manera es cierto. Es por eso que la escritura más allá de prohibir, deleita; y el mandamiento más allá de cercar, libera; e incluso la reprensión más allá de castigar, enseña... Aunque para el necio es esto: que la Escritura lo enerva, el mandamiento señala y la reprensión lo ofende, pues es su naturaleza que le dice que en Dios no encuentra más que una religión muerta, en lugar de señalar que es en Dios que se experimenta verdadero gozo, bienestar y no la inclemencia de ser el esclavo de lo que día a día le atormenta: "Ser el siervo del deseo y vasallo de la su propia carne constantemente insatisfecha".
Pastor Dumar Avendaño